Para el cultivo del aguacate, la preparación previa del suelo es fundamental. El aguacate proviene de centroamérica. Los suelos donde ha evolucionado son volcánicos. Sueltos, ligeros y con un alto porcentaje de materia orgánica. Son los denominados Andisoles (o suelos de los Andes). Estos suelos tienen una densidad aparente de alrededor de 0,8 gr/cm3. Es decir, son extraordinariamente ligeros, comparables al sustrato empleado en jardinería para la plantación en macetas. Son profundos y muy drenantes. Con ello el aguacate está adaptado a un un ambiente rico en oxígeno.

Cuando se exporta su cultivo a otras regiones del mundo como, en este caso que nos ocupa, la península Ibérica, encontramos que aparecen generalmente problemas de asfixia radicular. Los suelos ibéricos, donde se cultiva el aguacate, en algunas ocasiones presentan densidades aparentes que van desde 1,0 a 1,5 gr/cm3. Esto se traduce, entre otras cosas, en un suelo pesado con baja capacidad de aireación y alta restistencia mecánica (las raíces no pueden perforarlo).

 En algunas zonas, la presencia de porcentajes altos de arcillas agrava el problema de la asfixia radicular. El exceso de riego o las altas precipitaciones puede dar lugar a un encharcamiento prolongado que provoca una hipoxia (falta de oxígeno) en la planta. Esto conlleva un estrés importante, traducido en amarilleamiento foliar, pérdida de hoja, parada en la brotación y crecimiento radicular, emisión de un exceso de floración en un último intento de reproducirse antesde de morir, etc.

La única herramienta para evitar estos episodios es, aparte de elegir bien la finca antes de plantar, la preparación del suelo. Lograr imitar, en la medida de lo posible, el ambiente dónde se originó la planta.

Se recomiendan labores profundas, para alcanzar 1 m de profundidad, donde se rompa la estructura del suelo permitiendo el drenaje y el avance radicular (la raíz de anclaje). Tras esta labor de subsolado, sería recomendable hacer una labor de rotovateado para desmenuzar los terrones, dejándo la tierra con una textura más fina.

Con estás actuaciones como base, al margen de otras necesarias según las particularidades de cada finca, el suelo habrá quedado como el aguacate necesita, profundo y suelto, con gran capacidad de aireación.