El consumo hídrico del aguacate es uno de los temas que mayor interés suscita, con toda lógica. Las tendencias  en los ciclos climáticos, y más concretamente en los regímenes hídricos, pueden motivar preocupación a nivel general. En esta entrada, intentaré exponer brevemente nuestra perspectiva sobre el tema del agua.

De forma general, los aguacates consumen una media de 1200 mm. Esto es, 1200 l / m2 / año. Dependiendo ya de la raza será necesaria mayor o menor cantidad.

La raza que se está implantando en la zona norte es mexicana para los portainjertos y guatemalteca x mexicana para la variedad. Así que, en el peor de los casos, las necesidades hídricas serán de unos 1.000 – 1.200 mm anuales.

Las precipitaciones de la cornisa cantábrica igualan o superan considerablemente esta demanda. Cierto es que la regularidad de las lluvias ha cambiado (y mucho) apreciándose una frecuencia menor. No obstante, la cantidad de lluvia sigue siendo, generalmente, la misma o superior (pero concentrada en menos meses. Invierno y primavera).

Otro factor muy importante es la naturaleza del suelo. La textura determina la capacidad de retención de agua de un suelo. Dicho de otro modo, el tiempo que perdura el agua en el suelo tras la lluvia (disponible para las plantas) antes de llegar al subsuelo o perderse por evapotranspiración. Se mide en % de capacidad de retención.

Los suelos en Asturias suelen tener un porcentaje alto de arcillas, por lo que el agua permanece más tiempo y es más eficiente que en un suelo arenoso, por ejemplo, en el que el drenaje será máximo y habrá que aportar con mayor frecuencia el agua para mantener el nivel de humedad necesario en la rizosfera.

¿Que ocurre en el sur?

Antes de nada, aclarar que no en todo el sur se viven los mismos problemas, ni las sequías afectan con la misma intensidad. En la zona de la Axarquía, epicentro del aguacate en Andalucía, se están produciendo serios problemas con la disponibilidad de agua. En primer lugar, las precipitaciones de esta región rara vez superan los 500 mm (recordemos los 1.000 – 1.200 mm de Asturias). Las temperaturas y el número de días de sol son mayores que en el norte, por lo que la evaporación del agua será considerablemente superior. El suelo de esta zona posee una textura que favorece considerablemente el drenaje del agua. Ambos aspectos pueden condicionar unas necesidades de agua muy superiores a las necesarias para el norte de la península.

La mala suerte, además, es que, hidrológicamente, estos últimos años han resultado muy escasos en lluvias. Por otra parte, parece ser que las Administraciones no están proponiendo soluciones eficientes que puedan solventar el problema.

El resultado es una situación dramática. Árboles podados a tocón para evitar que se sequen por la absoluta falta de riegos y mantenidos con vida hasta que, en este caso, lleguen las tormentas. Producciones pérdidas en su mayoría a 2 o 3 años vista, como mínimo. Sin mencionar las repercusiones económicas…

¿Es extrapolable esta situación al contexto del norte?

Francamente, a mí no me lo parece, por los condicionantes ya descritos. El uso eficiente de los recursos depende de nosotros. El empleo de riegos localizados, con conciencia en el ahorro; el uso de recolectores de agua de lluvia y depósitos para almacenarla; la realización de diseños agronómicos correctos, etc., pueden ser la clave para distinguir nuestros productos y hacerlos sostenibles y duraderos en el tiempo.