Con mayor frecuencia de la que nos gustaría, cuando hacemos visitas técnicas en las fincas, nos encontramos con situaciones en que el cuidado de la plantación es deficitario. Es muy común ver plantas “comidas” por las hierbas, sistemas de riego que no funcionan bien o están aportando el agua en zonas no adecuadas, podas escasas o mal hechas, estados sanitarios muy deficientes, etc.
Lo que realmente supone una paradoja es cuando el propietario, tras enumerarle las tareas que debería llevar a cabo para mejorar el desarrollo de la plantación, o aumentar la cosecha y los calibres, nos sale con un:
–Yo no tengo tiempo, ¿que producto puedo echar?
Esta predisposición de algunos agricultores se puede ilustrar con la analogía de “la visita al doctor”. En una visita al doctor, éste le dice al paciente que tiene algún problema de salud, que debe mejorar su estilo de vida, comer más saludablemente, llevar una vida activa y hacer algún deporte, evitar situaciones de estrés, etc. Entonces el paciente, alegando que no tiene tiempo, solicita al doctor que le recete un medicamento. La cruda realidad es que ese medicamento no existe.
De igual manera, las horas que hay que dedicar a una finca, los cuidados y el cariño que se pone en cada planta, los buenos y malos ratos en el campo, los sacrificios que se realizan durante el cultivo, tristemente,
NO SE PUEDEN SUSTITUIR POR UN PRODUCTO.
Si no se han protegido las plantas en invierno porque: “en mi finca no hiela nunca”, tras una helada extraordinaria, no hay producto que devuelva las plantas a su estado anterior mágicamente, ellas, por si mismas, volverán a brotar y tras un tiempo prudencial se regenerarán (se puede ayudar en el proceso, si, pero no hay productos milagrosos por más que muchos comerciales lo aseguren). Si, por ejemplo, no se está efectuando un buen programa de riego y se produce una desecación brusca por vientos cálidos, muriendo muchas ramas, no hay producto mágico que devuelva la planta a su estado anterior, salvo tiempo, paciencia y algunos cuidados básicos.
Con mayor frecuencia de la que nos gustaría, reitero, encontramos situaciones en las que hay multitud de posibles culpables para justificar un mal estado de una plantación. “La planta era mala”, “es el hongo aéreo”, “hay Phytophthra”, “el perito no sabe”, etc. No falta a quien echar la culpa de que una plantación no vaya bien. Siempre es más cómodo que el responsable de nuestros problemas sea un agente externo (¡ojo! a veces es cierto, pero muchas menos de las que imagináis).
Son muy pocos los casos en que encontramos agricultores que realmente quieren saber cuales son los problemas reales de sus fincas, que aspectos pueden mejorar por su parte, asumiendo sus errores e intentando aprender, buscando mejorar como profesionales. Tenemos más que comprobado que ellos son quienes mejores resultados obtienen siempre, como recompensa por su esfuerzo y sacrificio. Ellos son quienes nos motivan a mejorar cada día y es un auténtico placer trabajar, codo con codo, y aprender de sus experiencias, enriqueciéndonos juntos.
A todos los que leáis por casualidad esta entrada y os sintáis identificados, sabed que encontrareis unos amigos en aguacastur dispuestos para ayudar en lo que sea menester.